Aprender a perder

Callar,
cerrar los ojos
y otros estúpidos
actos de rebeldía,
como si no fuera a venir la vida
a despertarnos a tortas
o supiéramos cómo desaparecer
bajo la complicidad de una manta.
No.
La muerte sabrá encontrarnos.
Domina todas las lenguas
que necesita y siempre
hay alguien dispuesto
a señalarte.
Todo marchita.
Todo se pierde
a la luz de estos ojos.
Pasará el tiempo
hasta volver irreconocibles
los veranos de la infancia.
Vendrá el viento a desgastar los muros
que una vez fueron tu casa.
Se te caerá el pelo.
Vendrá la vida a señalarte,
a despertarte a tortas
mientras te aferras al consuelo
de que todavía no.
Tú todavía no.
Pero otros, los tuyos, y tú mientras,
estúpido rebelde,
mirarás hacia otro lado.
Cerrarás los ojos.
Gritarás por dentro.

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